Propósito
El propósito de esta predicación es crear conciencia respecto del contexto correcto del Evangelio. Porque, si esto no está presente, las palabras del Evangelio pierden su significado, y con ello su poder, puesto que se convierte en otro evangelio. Por tanto, nuestra esperanza es que ayude a prevenir que saquemos de contexto las palabras del Evangelio, de tal manera de preservar su poder.
Hechos
El Evangelio es un mensaje que se comunica verbalmente. Así la Palabra lo enseña cuando el Señor ordena predicar el Evangelio a toda criatura. Él usa la palabra griega “kerusso”, que significa hacer el trabajo de un heraldo. Esto incluye el anunciar verbalmente el mensaje de nuestro Señor.
A la luz de esta verdad, entendemos que las palabras del Evangelio pueden ser sacadas de contexto. Más aún, la Palabra nos enseña que serán efectivamente sacadas de contexto cuando nos modela la operación de Satanás para con la Iglesia al tentar al Señor en el desierto. Satanás utiliza las palabras de las Escrituras para invitarlo a pecar, pero el Señor deja claro que estaban sacadas de contexto cuando dice “Escrito está” y provee el contexto bajo el cual debían ser entendidas. Por otra parte, el mundo tiende a contextualizar las palabras que les decimos como más les acomoda y no como la Palabra enseña.
Por esta razón, somos llamados a contender por la fe una vez dada a los santos y a ser columna y baluarte de la verdad. Pero, para esto es necesario que podamos decir “Escrito está” con respecto de las palabras del Evangelio. Estas palabras se pueden descomponer en palabras de la Redención, de la Reconciliación y de la Oferta de Salvación. La Redención hace referencia a la obra de Cristo en la cruz del Calvario considerada de por sí. La Reconciliación hace referencia a la obra de Cristo como mediador de Reconciliación en la vida de cada creyente. La Oferta de Salvación hace referencia al llamado, que incluye el Evangelio, hacia los pecadores, en relación a la Redención y la Reconciliación de la que se les predicó. Estas son las palabras que deben ser entendidas en su correcto contexto, y para ayudar con esto, entonces, estaremos hablando de tres doctrinas esenciales de nuestra fe:
- La Sustitución Penal como contexto de las palabras de la Redención;
- La Justificación solamente por la Fe recibida como contexto de las palabras de la Reconciliación;
- La Oferta Bienintencionada Universal de Salvación como contexto de las palabras de la Oferta de Salvación.
1. La Sustitución Penal como contexto de las palabras de la Redención
La Sustitución Penal es la enseñanza que inculca que la muerte de Cristo fue esencialmente una satisfacción judicial en donde Cristo fue un sustituto penal y no fue otra cosa. La idea de sustitución penal refiere a un acto judicial junto a su efecto. El acto fue que, habiendo sido imputados los pecados de otros a Cristo, sufrió la pena que estos merecían. Y el efecto, en términos generales, fue el de satisfacer la exigencia que la justicia de Dios impone para reconciliarse con pecadores. Todo esto, de tal manera de que ellos reciban Gracia conforme al acuerdo eterno entre las personas de la Trinidad, al Pacto de Redención.
Fundamento Bíblico
Esta doctrina proviene del testimonio explícito de las Escrituras. En el libro del profeta Isaías se nos enseña que el Señor “cargó” con los pecados de pecadores que se habían descarriado moralmente (Isaías 53.6). En el mismo libro se nos enseña que “llevó” los pecados de muchos pecadores y fue considerado como uno de ellos (Isaías 53.12). En el libro de Romanos se nos enseña que el Señor fue puesto para poner a Dios en pro de pecadores (como propiciación) por medio de la fe (Romanos 3.25). En el segundo libro a los Corintios se nos enseña que, de una manera, fue “hecho” pecado para que nosotros fuésemos, de una manera, “hechos” justicia de Dios en Él (2 Corintios 5.21). En el libro de Gálatas se nos enseña sobre la relación de dependencia que hay entre el Señor habiendo sido, de una manera, “hecho” maldición y nuestra Redención (Gálatas 3.13). En el libro de Hebreos se nos enseña que el Señor murió a modo de un sacrificio similar, pero superior al de los del Antiguo Pacto, pudiendo quitar los pecados, limpiar la conciencia de pecados y perfeccionar a sus beneficiarios (Hebreos 10.1-4).
Importancia para el contexto
Quitar esta noción de la muerte de Cristo como una sustitución penal es sacar las palabras de la Redención de contexto y, por tanto, predicar un falso evangelio.
Por esta razón decimos que todo verdadero Cristiano cree en la Sustitución Penal. Quizás no le tenga un nombre, quizás no la sepa articular claramente, pero ante la pregunta de si Dios tiene una ira santa en contra del pecador, de si somos criminales ante la justicia de Dios y de si Cristo sufrió como nuestro sustituto ante la misma, todo verdadero Cristiano debe responder con un resonante sí.
Para entender este punto, es útil hacer mención de ciertas teorías alternativas que han aparecido en la historia de la Iglesia que, hasta el día de hoy, tienen sus representantes. Cabe destacar que, el hecho de que alguno haya sostenido estas teorías, no lo hace inmediatamente falso maestro. También es posible que, por una parte, predicaran el Evangelio con los elementos de la Sustitución Penal y por otra parte, enseñaran estas teorías inconsistentemente. Pero, aunque esto no los califique como falsos maestros de manera inmediata, no deja de ser peligroso para las almas promover enseñanzas que hagan peligrar el Evangelio.
a. La Teoría del Rescate
La Teoría del Rescate inculca que la muerte de Cristo fue un ataque estratégico a Satanás que da término a su señorío sobre los pecadores que tenía esclavizados. Satanás habría ganado posesión de la humanidad cuando logró que pecaran. Entonces, la muerte de Cristo habría sido ofrecida a Satanás como una trampa para quitarle posesión de los humanos.
El problema de esta teoría es que hace del pecador una mera víctima de Satanás, disminuyendo su culpabilidad ante la justicia de Dios, distorsionando el Evangelio.
b. La Teoría Moral
La Teoría Moral inculca que la muerte de Cristo fue un acto comunicativo, con el poder de influenciar a los pecadores para que dejen el pecado. La idea es que el pecado es como una enfermedad que produce sufrimiento. Entonces, la contemplación de la obediencia de Cristo sería el remedio que los libra de la enfermedad del pecado y, por tanto, del sufrimiento. Otra versión plantea que el remedio para el pecado habría sido la unión misteriosa de la naturaleza humana y divina en Cristo Jesús que produce un efecto también misterioso en la conciencia humana.
El problema de esta teoría es que hace de Dios un rey que no requiere la satisfacción de su justicia, haciendo de la muerte de Cristo algo útil, pero no necesario. “No me importa que hayan pecado, mientras que ahora se porten bien”.
c. La Teoría Gubernamental
La Teoría Gubernamental inculca que la muerte de Cristo fue una muestra del disgusto de Dios en contra del pecado y su determinación de castigarlo. La idea es que la muerte de Cristo enseña a la humanidad un ejemplo de lo que merece el pecado, de tal manera de que entiendan que no pueden escapar de su castigo. Pero además, esta muestra habría satisfecho de tal manera a Dios, que lo dispone a recibir a pecadores que respondan a esta demostración arrepentidos.
Esta teoría, al igual que la anterior, hace de la muerte de Cristo algo útil más que necesario. Nuevamente, la muerte de Cristo se presenta como una especie de castigo ejemplar para que nadie se atreva a pecar, más que una satisfacción de justicia divina.
d. La Teoría Comercial
La Teoría Comercial inculca que la muerte de Cristo fue un pago de una deuda de honor producida por el pecado. La idea es que cuando pecó el hombre, incurrió en una deuda de honor que arruinó su relación con Dios. Cabe destacar que esta teoría es similar a la Sustitución Penal, excepto que pareciera considerar el pecado como algo que se puede transar por sufrimiento, parecido a una deuda de dinero (“basta pagarlo y ya”). Entonces, la muerte de Cristo habría sido el pago de esta deuda de honor.
El problema de esta teoría es que esto reduce el pecado a un crédito. No es un delito deberle algo a alguien, pero el pecado es un delito ante la justicia de Dios.
Todas estas teorías históricas tienen en común que son medias verdades, que finalmente terminan distorsionando la verdad del Evangelio de una u otra manera.
Aplicaciones
A la luz de esto, es de suma importancia evitar predicar cosas que puedan entenderse como contrarias a la Sustitución Penal.
Por ejemplo, hay algunos que hacen un hiper-énfasis en la etimología de pecado como errar al blanco y desenfatizan su naturaleza como una ofensa a la justicia de Dios que conlleva Su ira santa. Finalmente, el pecado es entendido como un mero error accidental, la ira de Dios es reemplazada por una mera preocupación y la muerte de Cristo como una mera enmienda de tal error. Esto se parece un poco a la Teoría Moral, en donde el pecado es visto como una enfermedad. Pero tales son las palabras de otro evangelio.
Otro ejemplo, es como algunos hacen un hiper-énfasis en la analogía de la muerte de Cristo como el pago de una deuda, desenfatizando también su naturaleza como una ofensa a la justicia de Dios. Finalmente, el pecado es entendido como una deuda comercial, la ira de Dios resulta demasiado severa y la muerte de Cristo como un pago comercial. Esto, además, produce confusión porque no se entiende como ocurrió un pago y mi deuda aún no está pagada. Esto se parece a la Teoría Comercial.
Otro ejemplo son los clichés que se suelen utilizar en el evangelismo.
“Dios te ama tal cual eres” es uno de estos, y se puede interpretar correctamente como “Dios te expresa amor en ofrecerte salvación de tus pecados, a pesar de tus pecados”. Pero, el humano caído siempre interpretará las cosas para la satisfacción de su carne; si les abrimos la puerta la van a cruzar sin duda alguna. Por tanto, esto normalmente se entiende como “A Dios no le importa mi pecado”. Esto, por supuesto, implica que Cristo murió por algo que a Dios no le importa.
Así como este, hay muchos otros que podemos mencionar.
2. La Justificación solamente por la Fe recibida como contexto de las palabras de la Reconciliación
Los Catecismos Reformados dicen: “La Justificación es un Acto de la libre Gracia de Dios en el que Él perdona todos nuestros Pecados, y nos acepta como Justos ante Sus ojos, solo por la Justicia de Cristo que nos es imputada, y que recibimos solo por la Fe.” En el corazón de esta doctrina hay cinco cosas dignas de mención.
- La primera es que la Justificación no es la transformación de una persona, sino que una declaración judicial sobre una persona;
- La segunda es que la Justificación no es una declaración de la inocencia de una persona, sino que de la expiación de una persona (que la pena de sus pecados que cometió es judicialmente quitada por el sacrificio expiatorio de Cristo). No es que Dios declare que el pecador no cometió pecado. Lo que Dios hace en la Justificación es declarar, esencialmente, que los pecados de un pecador son efectivamente expiados por la muerte de Cristo;
- La tercera es que la Justificación no es un indulto dado al pecador, porque el indulto no satisface las demandas de la justicia, sino que solo quita la pena en algunos casos excepcionales. Esto tiene sentido para una justicia humana que es imperfecta, pero no para la de Dios;
- La cuarta es que ninguna obra, ni siquiera el ejercicio de la Fe del pecador de por sí, es lo que mueve a Dios a justificarlo, sino que, por el Pacto de Redención, la muerte de Cristo condiciona que la Fe de los pecadores reciba Justificación. Dicho de otra manera, cuando un pecador tiene Fe, no es que Dios la considere en sí misma, sino que se acuerda de lo que dice su Pacto eterno con respecto de la Fe de los pecadores, y es a partir de esto que les atribuye la justicia de Cristo y los justifica con base en esta. La Fe solo tiene un valor instrumental en la Justificación, basado solamente en lo que Dios se predispuso a hacer con esta y no en lo que la acción es o hace de por sí;
- La quinta es que la Fe que justifica siempre trae como consecuencia obras aceptables para Dios, que llamamos obras evangélicas.
Fundamento Bíblico
Esta doctrina proviene del testimonio explícito de las Escrituras. Las Escrituras nos enseñan que es un acto judicial y no uno transformativo, en cómo habla de la posibilidad de justificar al culpable, a uno mismo y a Dios. Lo cual es imposible si es que se refiere a una transformación (Proverbios 17.15; Lucas 16.15; Lucas 7.29). También, en oponer justificación con condenación nos enseña que así como la condenación no transforma a una persona, la Justificación tampoco (Romanos 7.1, 33-34). En el libro de Romanos se nos enseña que Dios justifica gratuitamente al pecador por su Gracia por medio de la Fe en la muerte de Cristo (Romanos 3.24-25). Por otra parte, se nos enseña que la fe no adeuda a Dios para con el pecador a darle Justificación, como ocurriría con las obras (Romanos 4.3-5). Además, se nos enseña que Dios atribuye justicia sin obras al ser humano y no les imputa sus pecados (Romanos 4.6-8). También, se nos enseña que la justicia de Cristo es recibida como un don por los humanos para su Justificación (Romanos 5.17-18). El libro de Gálatas y Filipenses hacen énfasis en que nadie será justificado por las obras de la ley, ni seremos hallados en Cristo por una justicia propia, sino que por la Fe en Jesucristo (Gálatas 2.16; Filipenses 3.9).
Importancia para el contexto
Quitar esta noción de la Justificación como una declaración judicial que se recibe solamente por una fe que no tiene un valor intrínseco ante la justicia de Dios, es sacar las palabras de la Reconciliación de contexto y, por tanto, predicar un falso evangelio.
Nuevamente, todo verdadero Cristiano, aunque no lo sepa articular bien, cree en la Justificación solamente recibida por la Fe y no cree que ni sus obras ni su fe tenga algún valor de por sí, sino que atribuye todo mérito a Cristo y nada a sí mismo.
Para entender este punto es útil hacer mención de algunas alternativas que se han presentado en la historia. Ahora, respecto de este grupo de alternativas, resulta difícil defender a los maestros que enseñan estas alternativas, siendo que Pablo da una sentencia tan dura para los que se desvían de esta doctrina en el libro de Gálatas. Pareciera que esta doctrina está tan estrechamente relacionada con el Evangelio, que no se puede enseñar sin caer en el anatema apostólico.
a. Justificación Romanista
Para la iglesia de Roma (Católica Romana), la Justificación no es una declaración de justicia, sino que es un proceso de transformación del alma humana en donde se le infunde justicia. Esto ocurriría en el bautismo. Entonces, luego de eso, sus obras tendrían mérito delante de Dios y su salvación final dependería de los méritos de esas obras.
Algunos llaman a esto, segunda justificación, o justificación final. Como esta segunda justificación es la garantía de salvación, podemos decir que finalmente es una justificación por fe y por obras. Lo que, por su puesto, la Palabra condena.
b. Justificación Remonstrante
Para los remonstrantes, quienes fueron luego llamados Arminianos, si bien la Justificación es también una declaración de justicia, no es solamente por la Fe en el sentido Reformado de la frase. Porque el sentido Reformado es que la Justificación es solamente por el hecho de tener fe interna y nada más, pero el remonstrante implícitamente plantea que el mérito de la Fe también tiene parte en la Justificación.
La idea remonstrante es que Dios tiene una Gracia universal (preveniente) que permite que todo el mundo tenga Fe haciendo uso de su libre albedrío. La idea es que lo que diferencia al creyente del no creyente, es que uno hace buen uso de esta Gracia y otro no, por su libre albedrío. Pero, la implicancia de esto, es que no es la Gracia de Dios lo que explica que uno haga lo bueno y el otro no, porque ambos la tienen. ¿Qué es lo que lo explica entonces? Lo único que puede explicarlo en este esquema es la virtud del humano. El creyente cree porque tiene una virtud que el no creyente no tiene. En otras palabras, bajo este esquema, el llamado a tener Fe, es un llamado a hacer algo que tiene una virtud, un valor, un mérito ante la justicia de Dios.
Ahora bien, la idea remonstrante es que el pecador aporta con una Fe imperfecta, sin los méritos suficientes, y lo que le falta para la perfección lo aporta Dios, por amor a Cristo. Entonces, a partir de esto, se dice que Dios declara justo al pecador solo en base a su Fe. Ellos ven la Gracia en este sentido y plantean que no es por méritos finalmente porque no tiene el mismo valor la Fe del pecador y la obediencia que Dios requiere. Que si fuera solo por los méritos de la Fe del pecador, jamás podría conseguirse la Justificación.
El problema de esta noción es que de igual manera se enmarca la Justificación como algo dado por obras meritorias al pecador. Porque Cristo termina operando más como un auspiciador que como un mediador. Él estaría aportando los méritos que le faltan al aporte del humano. Pero, el hecho de que la mayoría de los méritos de la obra la haya aportado Cristo no quita que la Justificación sea dada como un salario al pecador. Si bien es cierto, es un salario que no se hubiera merecido por sus propias obras, es un salario dado al pecador al fin y al cabo.
Un mal obrero no deja de ser un obrero. Y un salario inmerecido no es lo mismo que un regalo, porque en un caso hay una consideración de los méritos de lo que se hace y en el otro no. Y Romanos 4, deja claro que la Justificación no se da a modo de salario, sino que a modo de Gracia.
En contraste, la idea Reformada es que lo que explica que uno tenga Fe y el otro no, es solo la Gracia regenerante de Dios que influencia infaliblemente al pecador a tener Fe, mas sin violar su libre albedrío. De esta manera, se descarta cualquier consideración de los méritos del pecador por su Fe.
Entonces, la idea Reformada es que el hecho de la Fe trae Justificación, porque Dios tiene un voto personal basado en un Pacto eterno que así lo establece. En este caso, no hay ninguna consideración de méritos del pecador en la dación de la Justificación a este. Todos los méritos fueron recibidos por Dios para la Justificación de todo el que cree y ahora solo se medía la justicia de Cristo por la Fe. Por tanto, la Justificación, no es un salario dado al pecador por su Fe, sino que es un salario dado a Cristo y mediado por Gracia al pecador por su Fe. El pecador no es un mal obrero al que se le da una paga inmerecida, sino que es un mendigo que recibe un favor inmerecido. Esta es la dinámica de la Gracia. Por tanto, es solamente el hecho de su Fe el que le trae Justificación, sin consideración de algún mérito.
Pero hay otra manera en la que los remonstrantes difieren de la visión Reformada y es que definen “Fe” de manera diferente. Para ellos, las obras que produce la Fe, no son una mera consecuencia de la Fe, sino que son parte de la Fe. Esto significa que desde la perspectiva Reformada, los remonstrantes creen en una salvación por Fe y las obras que produce y no solamente por la Fe en el sentido Reformado. Esto implica que creen en una Justificación por obras evangélicas (como también teólogos remonstrantes lo han planteado). Lo cual la Palabra, según vemos, condena.
Aplicaciones
A la luz de esto, es de suma importancia evitar predicar cosas que puedan entenderse como contrarias a la Justificación solamente por la Fe.
Por ejemplo, habitualmente se escucha que alguien describe el arrepentimiento como “darle la espalda al pecado”. Es necesario tener cuidado con este tipo de frases, porque sugieren que lo que se espera es que la persona deje algunos pecados. Cuando en realidad lo que se espera es que cambie su perspectiva interna sobre el pecado conforme a lo que enseña la Palabra.
También hay muchos clichés que juegan en contra de esto: “Dios te ama tal cual eres” puede sugerir que la Fe no involucra un cambio interno en la persona que transforma su vida entera. Esto podría pervertir la enseñanza de la Fe en relación con la Justificación. Algo similar pasa cuando se dicen cosas como “Solo tienes que decir o repetir esta oración”, puede sugerir que Dios justifica a modo de salario por un acto de Fe como lo es la oración. “Invita a Jesús a tu corazón y serás salvo” puede sugerir que esto no es un asunto de la justicia de Dios que ha sido ofendida por criminales, sino que es un asunto emocional y superficial. Por otra parte, la idea de invitar al Señor, como si uno estuviera en una posición de darle o no acceso a lo que es suyo por derecho, es una impiedad. Similarmente ocurre con la frase de “aceptar a Jesús en tu corazón”, puede sugerir que Cristo es una especie de mendigo de amor, en vez del único mediador entre Dios y los hombres que media su justicia a pecadores y ordena con derecho real a que se arrepientan.
Cabe destacar que no es que estas frases sean pecaminosas en sí. Pero el contexto en el que vivimos facilita que se interpreten mal y terminemos comunicando otro evangelio. Desconsiderar esto, es simplemente negligente, y el Señor ciertamente nos va a pedir cuenta si lo hacemos.
Esta es la primera parte de la exposición realizada por el hermano Gabriel Juri, miembro de Iglesia Bautista Reformada de Temuco, en el contexto del Encuentro de Teología que realiza anualmente esta congregación, que se llevó a cabo el día martes 15 de agosto de 2023, cuyo tema fue: “Reavivando la predicación evangelística”.